En el libro Cuestión de límites, la autora Nedra Glover Tawwab nos invita a reflexionar sobre la importancia de establecer y respetar límites en distintos ámbitos de la vida. Desde el inicio, plantea cómo en muchas familias hemos normalizado dinámicas dañinas simplemente porque provienen de personas cercanas o mayores. Nos recuerda que el hecho de que alguien sea padre, madre o abuelo no le da derecho a sobrepasar los límites de respeto hacia los demás. Identificar estas conductas y atrevernos a detenerlas se convierte en un acto de amor propio y de cuidado.
Además, el libro subraya que los límites no siempre son reconocidos de inmediato: muchas veces hay que repetirlos y sostenerlos con firmeza, incluso frente a la resistencia. Sin embargo, también ofrece una visión esperanzadora al señalar que el cambio es posible. Una persona que antes transgredía límites puede aprender a respetarlos, aunque para ello se necesite constancia y claridad por parte de quien los establece.
Otro de los ejes centrales del libro es la niñez. La autora resalta la importancia de enseñar a los niños y niñas a reconocer y defender sus propios límites desde temprana edad, tanto en lo relacionado con su cuerpo como con sus emociones. Obligar a un niño a abrazar, besar o saludar cuando no lo desea les transmite el mensaje de que su incomodidad no importa frente a la presión social o familiar. El libro enfatiza que respetar la voluntad de los niños en este tipo de situaciones es crucial para prevenir abusos y fortalecer su autonomía.
De la misma manera, advierte sobre el tema de la alimentación: forzar a un niño a comer algo de manera agresiva o castigarlo por rechazar un alimento también vulnera sus límites. La propuesta es diferente: crear experiencias positivas, presentar la comida de manera atractiva y respetar sus ritmos, con el fin de construir un entorno donde se sientan seguros y valorados.
En la etapa adulta, la autora reconoce que la mayoría sabemos la importancia de decir “no”, pero que pocas veces lo ponemos en práctica. Muchas personas cargan con la culpa de no poder ayudar a todos, y en consecuencia olvidan sus propios límites de tiempo y energía. El libro nos recuerda que esos recursos son limitados y que aprender a protegerlos es fundamental para nuestro bienestar. Al mismo tiempo, enfatiza que no siempre podemos hacernos cargo de todo: hay problemas (como la depresión, el trauma o las crisis emocionales) que no nos corresponde resolver por cuenta propia. En esos casos, la mejor forma de cuidar a alguien es remitirle a profesionales de la salud, psicólogos o especialistas capacitados para acompañar ese proceso.
Insistir en abarcar más de lo que podemos termina siendo dañino para todos.El libro también nos invita a reflexionar sobre la necesidad de ponernos límites internos: hablarnos con respeto, exigirnos buen desempeño sin pedirnos perfección, cumplir con las promesas que nos hacemos y no castigarnos por nuestras debilidades. De esta forma, los límites se convierten en una herramienta para el autocuidado y no en una barrera rígida.
En este punto surge una reflexión personal: leer el libro me hizo darme cuenta de que yo también puedo tratarme con más amor y con más respeto, dándome la oportunidad de no ser tan perfecta y de ponerme límites frente a mi propia autoexigencia. Este gesto de ternura hacia mí misma es también una forma de cuidado y de libertad, porque al respetarme por dentro me resulta más fácil sostener los límites hacia afuera.
La autora aporta además una mirada desde la perspectiva de género. Subraya cómo, en muchos contextos, son las mujeres quienes más necesitan aprender a poner límites, ya que históricamente han cargado con el peso desproporcionado del hogar, el cuidado y las responsabilidades emocionales. Aprender a decir que no y a proteger el propio tiempo y energía se convierte, en este sentido, en un acto de equidad y justicia personal. No se trata de egoísmo, sino de reivindicar el derecho a vivir con dignidad y equilibrio.
Otro aspecto fundamental que aborda el libro es la importancia de respetar los límites de los demás. Poner límites no es un camino unilateral: también debemos ser capaces de aceptar un “no” sin ofendernos, reconocer las señales cuando alguien necesita espacio y no insistir en situaciones donde la otra persona ya marcó sus condiciones. Solo así los límites se convierten en un marco de respeto mutuo que permite relaciones más sanas y equilibradas.
Finalmente, la autora analiza el mundo digital y la necesidad de poner límites en las redes sociales. Hoy en día, el consumo constante de información y la exposición a los algoritmos nos colocan en una situación de vulnerabilidad frente a la sobreinformación, la comparación constante y el desgaste emocional. El libro propone aprender a filtrar conscientemente lo que vemos, a quién seguimos y cuánto tiempo dedicamos a las pantallas.
De la misma manera que antes se aconsejaba no ver noticias negativas durante las comidas para no llenarnos de angustia, ahora se recomienda cuidar nuestro consumo digital para que no nos robe paz ni energía. Limitar el tiempo en línea, elegir contenidos que nos aporten y desconectarnos cuando sea necesario son estrategias que, según la autora, forman parte del cuidado integral de la salud mental en la era contemporánea.
Un rasgo que hace único a Cuestión de límites es su carácter práctico. No se trata únicamente de un libro para leer y reflexionar, sino de una verdadera cartilla que acompaña al lector en el proceso de cambio. A lo largo de sus capítulos incluye tests, ejercicios escritos y tareas de identificación que ayudan a reconocer patrones, miedos y necesidades. Esta estrategia convierte la lectura en una experiencia activa: no se limita a dar consejos generales, sino que ofrece ejemplos muy específicos de cómo empezar a poner límites y cómo perder el miedo a buscar más justicia en nuestras relaciones. Gracias a estos recursos, cada lector puede aplicar lo aprendido de manera inmediata en su vida cotidiana, convirtiendo la teoría en práctica y la reflexión en transformación.
En conclusión, Cuestión de límites es un libro que ofrece una guía completa para comprender cómo los límites atraviesan nuestra vida en todos los niveles: familiar, infantil, adulto, social y digital. Nos muestra que establecerlos no es un acto de egoísmo, sino una forma de cuidado propio y colectivo. Y nos recuerda que, al poner y respetar límites, con nosotros mismos y con los demás, estamos construyendo relaciones más sanas, fortaleciendo nuestra autonomía y protegiendo nuestro bienestar en un mundo que a menudo exige demasiado de nosotros.
