9/19/2023
Este año ha sido el año de los cambios.
Por fin me gradué de la universidad, priorice el ballet por encima del teatro musical y folclore.
Cumplí un año de vivir sola, renuncié al trabajo que me había dado estabilidad para comenzar a trabajar en mi profesión, pero me engañaron y me robaron más de dos meses de trabajo.
Estoy muy endeudada…
Pero estoy feliz, estoy feliz porque he aprendido mucho.
Porque físicamente estoy viendo por fin algo de resultados de todo el trabajo.
En el 2014 cuando entré al preparatorio de danza, no me podía tocar las puntas de los pies con las manos mientras tuviera las rodillas estiradas.
Tampoco me podía sentar en el piso con las piernas estiradas con un ángulo de 90° con respecto de mi torso (o sea, sentarme derecha), porque me caía hacía atrás.
Cuando en Ballet alguien se dobla completo hacía adelante se llama souple y por alguna razón a todo el mundo se le facilita menos a mí.
Me demoré 8 años haciendo esto todos los días, para llegar a este punto. Hoy me siento muy feliz, porque valió la pena ir a paso de tortuga, lento pero sin detenerme.
Y ya, los últimos dos meses han sido una montaña de emociones, dónde un día no sé qué hacer con mi vida y al otro tampoco.
Un momento con la alegría inmensa al ver los resultados de años de trabajo y luego con la incertidumbre de cómo voy a garantizar mis necesidades básicas y pagar lo que debo.
Lo único seguro es que pase lo que pase quiero seguir haciendo las cosas que me hacen feliz y no puedo cambiar eso por toda la plata del mundo.
Mis sueños no se venden.
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La situación me está obligando a tomar decisiones, lo primero es que en lugar de dejar mis cosas, las voy a hacer más y mejor y las voy a compartir.
También tengo que aceptar los cambios, hay un montón de cosas que no puedo controlar y debo seguir.
Como dijo mi maestro hace tiempo, debo aceptar los “No” que me da la vida para abrirle puertas a nuevas oportunidades.
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